lunes, 4 de noviembre de 2013

PRINCIPIOS METODOLÓGICOS

Fundamentalmente para la educación de personas adultas, debemos centrarnos en la construcción de aprendizajes significativos, que sean capaces de conectar y entroncar  los conocimientos previos del alumno, -adquiridos de modo consciente o inconsciente, incluyendo sus habilidades, destrezas, costumbres, tradiciones, y otros elementos, todo muy importante para la adquisición de nuevos aprendizajes- con sus intereses concretos y sus expectativas de progreso.
Uno de los puntos más importantes entre tantas propuestas, es el desarrollo del autoaprendizaje, en el que el alumno debe aprender por si mismo, para poder afrontar de manera autónoma los nuevos procesos de futuro. Mediante el cumplimiento del  principio de actividad, ya que está demostrado que sin acción no hay aprendizaje. Por lo tanto será de sumo interés proponer, seleccionar, y ajustar las acciones a las circunstancias y características de los participantes.
En un adulto, será fundamental para su aprendizaje la motivación que le produzca la consecución de una meta. La funcionalidad del aprendizaje debe estar asegurada en el diseño de procesos y objetivos. Unos objetivos que se deben alcanzar por méritos propios del alumno, en un proceso en el que debe ser el principal protagonista, fomentando y potenciando el desarrollo de la creatividad y  el manifiesto de sus propias iniciativas. Siendo esencial impulsarlo no tan solo de manera personal, también a nivel grupal, para reforzar la implicación en los procesos y el desarrollo del aprendizaje cooperativo, ya que está más que demostrado, el valor que el grupo aporta a los procesos educativos.  La sensación de pertenencia e identificación con el grupo, el apoyo dado y recibido, aportan unas dimensiones afectivas que se asocian a la consecución de los aprendizajes, facilitando la manifestación personal y la participación con los demás y de los demás. Aportando seguridad al individuo y mejorando el desarrollo del proceso de aprendizaje.

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